Influenciados por la teoría del color y los paisajes desviados de un realismo riguroso, Turner y Goya, aun nos cautivan a través de sus obras, llenas de un talento inexplicable y magnifico. El arte ha evolucionado en muchas o varias direcciones, cada época nos ha dejado un legado único de la historia expresada en lienzos. Sin ir más lejos, en el siglo XX Wassily Kandinsky nos invita a la abstracción lírica y al expresionismo y Rene Magritte con su percepción surrealista de la realidad te envuelve en un entorno sensitivo.

Si lo analizamos, han transcurrido más de cien años y al igual que la vida ha evolucionado y se ha reinventado en muchos aspectos, el arte y la pintura han avanzado de forma paralela y a su ritmo, casi por inercia. La cultura no conoce de antiguo o moderno, son lienzos, acuarelas, fotografías con formas, siluetas, colores que pueden emocionar y transportar a una infancia, una juventud o a un futuro próximo. Si nuestro amigo Velázquez, levantara la cabeza, disfrutaría de las diferentes formas de expresar el arte.

Llegados a este punto, me resulta imposible hablar de forma extendida de la obra. Podría decirse que los trabajos son acuarelas y lápiz sobre papel, de estilo abstracto, con algún guiño a la figuración; de aparente simplicidad, pero de honda dedicación, al igual que las fotografías se conciben como una mirada personal. Simplemente, animaros a descubrirlo por ustedes mismos, visiten éste agradable, recogido museo y de camino contemplen la exposición.

María Pleguezuelos Villa

La primera exposición individual de Carlos Pleguezuelos tuvo lugar en 1992 en Jaraíz de la Vera, donde expuso también en 1993 y 1994. Desde entonces ha expuesto su obra en galerías privadas y públicas o en casas de cultura en Cáceres (1995, 1996 y 1999), Jarandilla de la Vera (1996) o Plasencia (1998 y 2012). En el sur de nuestra región ha expuesto en Badajoz (1997, 2000 y 2021), en Mérida (1997, 2011 y 2015), en Almendralejo (2000 y 2004) o en Castuera (2005). Y fuera de Extremadura ha expuesto individualmente en galerías de Madrid (2000 y 2007), Valencia (2006), Orense (2012), Almería (2002), Córdoba (2004), Sevilla (2012) y Málaga (2014).

Ha participado en más de veinticinco exposiciones colectivas, y es precisamente en ellas donde da a conocer su pintura desde 1984. De aquellos años hay que destacar las del Salón de Otoño de Plasencia (1985 y 1990) o las del Premio Internacional de Pintura “Eugenio Hermoso” de Fregenal de la Sierra, en el que es finalista en las convocatorias de 1998, 1999, 2004 y 2009. También ha sido finalista en los premios de pintura de Valencia de Alcántara (1997), Galería de Arte “Madrid 2000” (1999), en el Certamen Iberdrola-UEX de 2001, en el premio “Artífice de Pintura sobre papel” de Loja en 2004 y en los premios Muface de 2014. Su obra ha estado expuesta junto a la de otros artistas en galerías de arte como Acanto de Talavera de la Reina (1996), Ra del Rey de Madrid (2013), Javier Román de Málaga (2014), Pinazo de Valencia (2019) y en este 2021 en las galerías Lasalita de Gijón y Bcm Art Gallery de Barcelona.

Como fotógrafo ha recibido el Premio Fotográfico Maratón Deportivo, Ceuta 1982, y un accésit de Fotografía en Color Iberdrola, Cáceres 1990. Ha expuesto sus fotografías en Jaraíz de la Vera (1993), Cáceres (1995) y Mérida (1996).

Pleguezuelos es un artista difícil de clasificar y que no solo se ha limitado a la pintura y fotografía, ha publicado libros didácticos, elaborado carteles publicitarios, colaborado en revistas y en 2017 ha sido finalista del II Premio Nacional de Narrativa Breve Villa de Madrid. Tiene obra colgada en colecciones particulares, en el Museo de Ceuta y en la Fundación CB de Badajoz.

La Semana Santa a través de la pintura de Carmen Ramos

Desde mi particular visión creativa ésta es una Exposición de pintura que a través de diferentes estilos está enfocada en la importancia de detenerse, mirar, observar y analizar un porqué en la Semana Santa, con sentimientos, emociones y reflexiones.

Así nace SILENCIOS entre tanto ruido.

Sencilla, sólida y sin exceso de pretensiones.

Cuadros que no pretenden contribuir a una llamada de atención, cada composición está en parte relacionada con la posterior hasta formar una unidad ante la mirada del espectador para hacerle partícipe de mis reflexiones, interpretaciones y reflejos que la Semana Santa produce en mis pensamientos.

Además de hacerle cómplice de la pasión, muerte y resurrección de Cristo para establecer las emociones que se producen dentro de esa perspectiva.

Carmen Ramos

Realizó los estudios universitarios de Bellas Artes en Sevilla. Una vez concluidos  puso en práctica esos aprendizajes como profesora de Artes Plásticas en diferentes campos de la formación, tanto de carácter reglada, colegios e institutos  que  supusieron el principio de la carrera laboral; como no reglada, asociaciones, empresas, talleres, centros ocupacionales, escuelas municipales, centro penitenciario, todos ellos  aportando experiencias nuevas a su vida laboral y personal.

Ubicada en Cádiz, La Gomera, Tenerife, Salamanca  y Zafra.

La personalidad creativa y su carácter empático llevaron a esta pintora a estar más enfocada en los campos de la formación no reglada puesto que a lo largo de todos estos años en esas experiencias  se ha sentido más conectada con el Arte como con la capacidad de comprender y ayudar a formar a  personas de forma social y cooperativa.

Debido a su naturaleza conectiva y sensible ha encontrado ahí el medio perfecto de comunicación y realización artístico para un mayor aprendizaje y desarrollo personal.

Particularmente ha asistido a seminarios, cursos de formación, miembro del jurado del Carnaval de Tenerife, participaciones y exposiciones individuales y colectivas en diferentes lugares, en las que a través de esas obras ha querido concienciar y concienciarse en la preocupación por temas que hacen referencia al bien común.

Cuando el papa Inocencio X dicen que exclamó ¡troppo vero! ante su retrato ejecutado por Velázquez, su pretensión quizá fuese mostrar un elegante distanciamiento o desconcierto ante una obra que bien sabía él que reflejaba cabalmente su desasosegada alma y su agitada vida. A los retratistas palatinos se les exigía destreza y buenos oficios, pero sobre todo se les pedía que pintaran naturalezas muertas, rostros solemnes y bonitos terciopelos, nada que manifestara la intimidad de sus regios modelos. Porque refleja la vida interior del papa no podemos olvidarnos del cuadro cuando nos alejamos de él. Nos ha conmovido y sigue ahí.

Las fotografías de Rafael Sánchez nos emocionan (acentúan nuestra sensibilidad) y enseñan (nos ilustran y aportan conocimiento) porque también persiguen un interés más profundo cual es sacar a la luz la vida íntima de lo que retrata, captar un instante y sorprender una clave para ahondar en el desciframiento de nuestra condición a partir de una experiencia privilegiada de lo humano: la experiencia religiosa. El universo de lo sagrado y sus caminos a través de las manifestaciones cultuales y festivas de la religiosidad popular son el asunto de esta colección. Lo sagrado a través de la etnografía y de lo cotidiano, de lo sencillo, familiar e íntimo. Una religiosidad desinformada de dogmas y que juzga la divinidad cercana e ingenua, simple y elemental.

Buena parte de estas fotografías nos muestran cómo la religiosidad une o religa al individuo no solamente con lo sagrado y trascendente, sino fundamentalmente consigo mismo, con las tradiciones del pueblo y con la identidad del grupo, con las devociones familiares y con las de los antepasados. La devoción y la fiesta religiosa se convierten así en un continuo que liga al padre con el hijo o al abuelo con su nieto, un continuo que –así mismo– los vincula a un lugar.

Tiempo y espacio quedan así ligados en la lectura ritual y colectiva del Libro de los Milagros durante la romería de los Remedios de Fregenal o en ese padre de La Umbría (Huelva) al que su hijo endomingado acompaña y ayuda a portar el estandarte en una procesión mariana. El cohetero de Jabuguillo junto a la comunidad ortodoxa de Madrid, el mayordomo de La Umbría ofreciendo gañotes y anisete al lado de la sobria adustez de una pastora calvinista, los aguadores de Aracena y los bautismos fluviales de los Testigos de Jehová, los monaguillos de Alájar, Fuenteheridos, los danzantes de la Virgen de Hinojales o los rubios y uniformados mormones de Sevilla, todo expresa el fondo sacro que aún perdura en una sociedad –aseguran– secularizada.

La fiesta y el ruego, la celebración y la súplica, son los dos momentos de la religiosidad popular más propicios para sorprenderla. El exvoto, la vela y los actos propiciatorios son recuerdos y donaciones que testimonian la gratitud a una divinidad accesible y consoladora. Las fotografías registradas en Fátima o Lourdes, sus desfiles de convalecientes y los objetos personales que se dejan en los templos, todas estas fotografías de Rafael nos hablan del carácter universal del sufrimiento y de la enfermedad, de la necesidad de explicarnos y precavernos del dolor, pero también nos evocan y ayudan a dotar de significación a esos otros “santuarios” improvisados, callejeros y espontáneos que se organizan donde el fanatismo terrorista ha celebrado su macabro ritual, otra forma de expresión del fondo sacro y simbólico de la condición humana.

Todo este material fotográfico supone, principalmente, una valiosa aportación al enorme e inacabable inventario del patrimonio etnográfico de los pueblos extremeños y andaluz, también portugués, sociedades fronterizas y a la vez encadenadas a un universo simbólico mucho más compartido y similar que el que las demarcaciones territoriales y jurisdicciones políticas se obstinan en mostrar.

Alberto Guallart